Me tocas y de pronto el bello de mis brazos y piernas se eriza. Manos cálidas en mi cintura y dulces y tiernos labios en mi cuello -algo me recorre todo el cuerpo en ese preciso instante.- Me giro; toda yo me dejo llevar por la mirada traviesa de esos ojos de color cambiante que enamoran tanto como enloquecen. Sonríes y te muerdo el labio. Te acercas a mi oído y el cosquilleo de tus cálidas palabras me hace doblar el cuello, cerrar los ojos y sonreír. Te toco el pecho y el abdomen, tú me agarras fuerte y no paras de besarme... Cuando me quiero dar cuenta estamos echados en la cama. Me acuesto y te colocas encima de mí, y de pronto.. Rozo el cielo por tu culpa.
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