Dicen que desde el momento en que te paras a pensar si realmente quieres a alguien es porque lo has dejado de querer.
Dicen que no hay dos sin tres.
Dicen que al cabo del tiempo esa situación de felicidad constante, el creer estar en las nubes, el emocionarte con cada palabra que te dice y el nerviosismo antes de verlo, se esfuma.
Te sientes culpable por ello... pero nadie manda en el corazón.